viernes, 18 de marzo de 2011

Las preguntas en cuestión

A una autora muy destacada del panorama literario español la entrevistaron hace poco en un programa cultural de la televisión. No importan los nombres de los protagonistas, el tema tratado, el lugar o la fecha. Me quedo con la situación genérica (entrevista cara a cara) y la sensación final: la de que tras 40 minutos de charla, sabía más del entrevistador que de la entrevistada. La clave en este caso estaba en las preguntas.

De hecho, esta entrevista fue un verdadero festival de preguntas. Pero a pesar de ello no me quedó claro la historia, experiencias u opiniones de esta mujer. Si bien en algunas de sus respuestas se podía intuir una mina de reflexiones inteligentes y aportaciones enriquecedoras, el entrevistador no le seguía el juego. Ella abría puertas constantemente, y con la misma constancia el entrevistador las cerraba y volvía a sus fichas (tranquilizadoras y estructuradas) para hacer la siguiente pregunta… que no tenía nada que ver con lo anterior. ¿Había que seguir un guión? ¿Para qué en este caso? ¿Qué se pretendía?

Y no sólo eso, ritmo acelerado, sin pausas, preguntas largas, afirmaciones más que preguntas, preguntas en las que el entrevistador aprovechaba para dar su propia opinión (¿era el lugar adecuado?), muchas preguntas cerradas (que sólo admiten un sí o un no como respuesta)… En el mercadillo de las preguntas, el entrevistador las compró todas.

Son una magnífica herramienta para conocer a las personas o indagar situaciones. Pero a veces, sin darnos cuenta y pensando que nos interesamos por el otro o por la situación, nos volvernos sordos a las respuestas. Preguntar es un arte: preguntar sin inducir la respuesta, sin expresar sus propios deseos o expectativas.

Existe también otro punto fundamental y es que debemos reconocer que vivimos todos en mundos interpretativos. Eso es, las preguntas hablan también de nosotros cuando las formulamos. Sacan a la luz rasgos, puntos de vista, inquietudes o tendencias por ejemplo.

Los profesionales de los recursos humanos lo saben muy bien. En una entrevista (de trabajo por ejemplo) ellos son los que hacen las preguntas… pero no siempre. Dejan espacio a las preguntas del candidato. Venir preparado siempre es la clave (¿qué quiero saber? ¿qué información es importante para mí? ¿qué me ayudará a tomar una decisión…), y recordar que las preguntas no son menores.

No dudes en cuestionar tus preguntas